El mayor riesgo de tu vida digital no es un hacker ruso. El verdadero problema es tu propia confianza. Confiarse demasiado en Internet es como dejar la puerta abierta en un barrio que crees seguro: puede que no pase nada… hasta que pasa. Usar la misma contraseña para todo, pinchar enlaces que llegan por WhatsApp o pensar que los ciberdelincuentes solo quieren tus datos bancarios es una mezcla explosiva de ingenuidad y rutina que puede pasar factura.
Los peligros de confiar demasiado en tu navegación diaria
Hace unos meses Incibe publicó un caso que alertó sobre la manera en la que utilizamos Internet. Según parece, un menor de edad recibió en su teléfono un SMS de un número extranjero en el que le ofrecían varias opciones de regalo de una famosa franquicia de hamburguesas. El menor sólo tenía que elegir entre ellas y contestar al mensaje con su preferida. Algo aparentemente inocente se tradujo en una factura de móvil exagerada, ya que desde su smartphone se habían enviado, y cobrado, 120 mensajes en pocos minutos.
Este es sólo un ejemplo de cómo hacemos uso de nuestros dispositivos. Tan familiarizados estamos con la Red que apenas le damos vueltas cuando recibimos mensajes o pinchamos en enlaces que nos interesan. Menos aún cuando utilizamos la misma contraseña para varias cuentas por temor a que se nos olviden, o caemos en falsos mitos como creer que hay sistemas operativos inviolables, que nos convierten en un blanco fácil para los ataques.
Contraseñas débiles: el hábito que pone en riesgo tu seguridad online
Resulta como poco paradójico que la mayoría de españoles que navega por Internet sigue sin confiar en que la información personal que comparten y su privacidad estén realmente protegidas cuando el 14,2% de los usuarios, según un estudio de Panda Security, dice usar siempre la misma contraseña, ya sea para acceder al banco como para su suscripción a una plataforma de streaming. No sólo eso, en un 53,4% de los casos los usuarios apenas hacen pequeñas variaciones sobre una misma clave y eligen password fáciles de recordar, “lo que puede provocar importantes brechas de seguridad”, alerta Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.
“Es cierto que recordar decenas de contraseñas distintas es casi imposible, sobre todo cuando se trata de páginas en las que entramos, con suerte, una vez al mes. Pero si no confiamos en nuestra memoria debemos hacerlo en un gestor de contraseñas profesional para ahorrarnos disgustos”, aconseja Lambert.
Te puede interesar: Las contraseñas son el eslabón más débil de nuestra defensa digital
WiFi gratis: un riesgo para tus datos
Otro de los peligros en los que incurrimos habitualmente es el uso de WiFi gratuito de estaciones de trenes, aeropuertos, centros comerciales, etcétera. Este tipo de conexiones públicas suelen carecer de medidas de seguridad suficientes que permiten que cualquiera pueda conectarse, también los hackers. Para protegerse al utilizar estas redes WiFi -sobre todo cuando trabajamos en remoto desde estas ubicaciones- debemos:
- Usar una red privada virtual (VPN) para forzar el cifrado de la conexión y proteger los datos.
- Evitar acceder a información confidencial como nuestra área privada del banco.
- Desactivar la opción de compartir archivos
- Tener al día las actualizaciones de nuestros dispositivos.
Precisamente es en esto último en lo que también pecamos. A veces por olvido y otras por pereza desatendemos nuestros dispositivos y no los actualizamos, lo que puede provocar importantes problemas de seguridad. Las actualizaciones de software y firmware incluyen parches de seguridad, correcciones de errores, mejoras de rendimiento y nuevas funciones que ayudan a proteger nuestros ordenadores y smartphones, evitar problemas de funcionamiento y mejorar la experiencia de usuario.
Te puede interesar: ¿Windows 10 o 11 necesitan un antivirus adicional?
Las redes sociales, otra puerta de entrada para el malware
Pasar horas en las redes sociales es otra de las distracciones preferidas de los usuarios. Según el informe de análisis digital elaborado por We are Social y Meltwater, en febrero de 2025 había más de 5.200 millones de usuarios activos a nivel global, un 4,1% más que en el ejercicio anterior, de los cuales 39,7 millones se conectan desde España. Nuestro país está en el Top Ten de los que más tiempo pasan en redes. En concreto, podemos estar, de media al día, casi 2 horas conectados haciendo scroll y ensimismados entre reels, vídeos y publicaciones que nos convierten en presa fácil para los ataques.
En las redes sociales, además de influencers, podemos toparnos con ciberacoso, robo de información, suplantación de identidad, exposición a contenido inapropiado y difusión de información falsa y engañosa. Además, las redes son utilizadas para el tráfico de phishing y otras formas de estafa, porque cuando navegamos por ellas nos confiamos y somos más propensos a darle clic a enlaces con malware enmascarado de contenido atractivo que nos engancha gracias a los algoritmos que analizan nuestra actividad y nos muestran aquello que más nos gusta.
Te puede interesar: Así es DoubleClickjacking, la nueva ciberestafa que explota la interactividad del usuario
Cookies y términos de seguridad. ¿Hay riesgos?
Aceptar las cookies y los términos de uso y seguridad de las páginas por las que navegamos se ha convertido en un mero trámite que esquivamos en pocos segundos sin preocuparnos por sus consecuencias. Aunque bien es cierto que aceptar las cookies no es inherentemente peligroso, si supone ciertos riesgos para la privacidad y la seguridad si no se gestionan bien. Las cookies, por sí mismas, no pueden infectar nuestros dispositivos, pero sí pueden usarse para rastrear nuestras actividades de navegación y recopilar nuestros datos personales.
Asimismo, cuando aceptamos los términos de seguridad de páginas sin leerlos nos exponemos a riesgos como la divulgación de nuestros datos personales, la suplantación de identidad, el robo de información y la cancelación repentina de servicios. Los ciberdelincuentes pueden utilizar estos datos para crear perfiles falsos, abrir cuentas bancarias en nombre de sus víctimas o realizar compras fraudulentas, y nosotros le damos al ok sin darle muchas vueltas.
Configurar nuestros dispositivos para hacerlos más seguros
Deberíamos, por tanto, frenar este optimismo del que hacemos gala cuando usamos nuestros smartphones, cuando abrimos páginas no seguras en nuestros ordenadores o cuando utilizamos las televisiones conectadas, y aprender a configurar nuestros dispositivos para que su uso no aumente las posibilidades de convertirnos en presa de los ciberdelincuentes.
Hay ciertas configuraciones que podemos llevar a cabo y que nos ayudarán a garantizar nuestra ciberseguridad. Desde lo más básico, antivirus y cortafuegos, que actúan de manera conjunta y complementaria. Hasta las actualizaciones periódicas con las últimas versiones de software o de cualquier aplicación que utilicemos. Además, definir distintas cuentas de usuario nos ayudará a tener un espacio personalizado y seguro para cada persona que use el dispositivo. Estableciendo límites de acceso y permisos determinados.
También es importante hacer copias de seguridad que nos asegure la recuperación de la información en caso de pérdida o brecha de seguridad. Y cifrar nuestros datos con claves específicas o doble autenticación.
Proteger nuestra información también es proteger nuestra economía, nuestra reputación y nuestra salud mental. Y, aunque es más tedioso que navegar de forma despreocupada, siempre será más garantista. No podemos olvidar que todos los días compartimos nuestros datos con decenas de páginas y aplicaciones.