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Ya dan caza a evasores de impuestos y cazadores furtivos, pueden ayudar a sofocar incendios o a localizar víctimas tras un desastre natural y se han convertido en cámaras voladoras de gran utilidad para el cine y la fotografía aérea.

El gigante de las compras online, Amazon, entre otras compañías, los está preparando para llevar la compra a nuestras casas. Aunque su origen sea militar, los drones se están haciendo un hueco, todavía potencial, en numerosas facetas de nuestras vidas. Sin embargo, como cualquier tecnología, estas aeronaves sin piloto representan también una amenaza si caen en malas manos.

Entre otras cosas, los drones pueden ser espías altamente efectivos. Su capacidad para acercarse sin ser vistos a casi cualquier lugar donde se alojen datos confidenciales (por ejemplo, una oficina), convierte a estos aparatos en excelentes espías. No solo por su capacidad para portar cámaras y obtener imágenes a través de las ventanas, sino también porque resultan idóneos para convertirse en armas de un sofisticado ciberataque.

A bordo de un dron, los cibercriminales pueden acercar sus herramientas de manera relativamente sencilla, sin arriesgarse a superar las medidas físicas de seguridad (vigilantes, control de accesos, sensores biométricos, cámaras de vigilancia, etc.) que el objetivo pueda haber establecido para protegerse de intrusos.

Dicha aeronave podría camuflar, por poner tan solo unos ejemplos, un inhibidor de frecuencias, un punto de acceso wifi malicioso, un dispositivo para atacar vía Bluetooth o NFC… El repertorio de estrategias para utilizar los drones como espías y robar información confidencial es muy amplio.

Tal es el riesgo que ya hay países, como Suecia, que los consideran legalmente cámaras de vigilancia voladoras y, en consecuencia, han prohibido el uso de drones con cámara salvo que se cuente con una licencia especial.

Así las cosas, un cibercriminal que pretendiera usar un dron como arma para sus ataques tendría, primero, que hacerse con la aeronave adecuada. Desafortunadamente, a día de hoy, numerosos modelos presentan vulnerabilidades que permiten arrebatar el control de estos dispositivos a sus dueños.

A los fabricantes de drones corresponde incrementar la seguridad de sus aeronaves para desterrar temores vinculados con la privacidad y la seguridad. A medida que esta tecnología se abre paso en nuestras vidas, parece claro que la seguridad informática ya no abarca solo ordenadores y ‘smartphones’, sino que también se está convirtiendo, y cada vez más, en una preocupación de altos vuelos. En el terreno empresarial, contar con la solución de ciberseguridad que más se adapte a ti es algo imprescindible.