internet de las cosas_FOTO PRINCIPALCada vez más, las compañías recurren a soluciones inteligentes de la llamada internet de las cosas (IoT) para incrementar su productividad o mejorar sus prácticas cotidianas. Casi todo puede estar conectado: desde los sistemas de acceso (lectores de huella, de tarjeta, etc.) hasta el termostato o la iluminación, pasando por las flotas de coches de empresa y, por supuesto, los dispositivos ‘wearable’.

El problema es que muchas de estas tecnologías están en una fase muy inicial de su desarrollo y no son tan seguras como deberían. La internet de las cosas llega a las empresas acompañada de un sinfín de riesgos que se deben conocer.

Tal y como se recoge en el último informe de Panda sobre ‘malware’, la consultora Gartner ha vaticinado que en el 25 % de los ataques que sufrirán las empresas en 2020 estará implicado algún dispositivo IoT. Se espera que en 2016 haya 6.400 millones de estos dispositivos conectados (un 30 % más que en 2015) y para 2018 calculan que llegará a los 11.400 millones.

En el 25 % de los ataques que sufrirán las empresas en 2020 estará implicado algún dispositivo IoT

También la inversión de las empresas en seguridad, para prevenir los riesgos y protegerse de las amenazas de la internet de las cosas, irá aumentando paulatinamente, aunque a la luz de las predicciones es probable que no sea suficiente. De los casi 350 millones de dólares que se han gastado en 2016 pasaremos a casi 550 millones de dólares en 2018, al menos según la estimación de Gartner.

Pero no solo la información confidencial o los sistemas de las compañías se encuentran en peligro ante el creciente interés del cibercrimen por explotar las vulnerabilidades de la internet de las cosas: la propia seguridad física de los trabajadores se puede ver comprometida por culpa de un ataque de este tipo.

El año pasado, sin ir más lejos, más de 3,4 millones de vehículos inteligentes necesitaron una actualización de seguridad para tapar agujeros que hubieran puesto en peligro las vidas de sus pasajeros.

La propia seguridad física de los trabajadores se puede ver comprometida por culpa de un ataque de este tipo.

“A medida que se van difuminando los mundos físico y digital, las brechas digitales cada vez van más acompañadas de daños físicos”, ha advertido Dionisio Zumerle, director de investigación de Gartner, en una entrevista reciente.

Así, a los tradicionales riesgos que acompañan a cualquier dispositivo que utilizan los trabajadores de una empresa (fuga de datos, ‘ransomware’ o secuestro de información, etc.), los aparatos de la internet de las cosas suman un componente alarmante: la propia integridad física de las personas podría verse afectada.

Es algo que se deberá tener muy en cuenta para asegurar que, en los próximos años, el mundo de artilugios conectados por doquier que nos espera no traiga consecuencias desagradables.