Los principales retos de ciberseguridad para la industria de los taxis voladores

El Gobierno japonés acaba de anunciar que, en un plazo máximo de tres años, será algo normal ver taxis y vehículos voladores sobre los cielos de las principales ciudades del país. Y no es de extrañar, porque la industria de los drones, además de ser sostenible porque funciona con energía eléctrica, puede revolucionar el mundo del transporte de personas y mercancías.

Sin ir más lejos, la empresa japonesa SkyDrive se encuentra en estos momentos desarrollando un dron de dos plazas que ya está en la última fase de pruebas antes de salir al mercado. Pero ni de lejos, es la única compañía que está en este proceso. Grandes empresas de todo el mundo como Airbus, Boeing o Uber están haciendo una fuerte apuesta de Innovación y Desarrollo para crear una nave comercialmente viable y segura con la que cruzar los cielos de nuestras ciudades.

A este esfuerzo debemos sumar el reto de la ciberseguridad. Hay que tener en cuenta que cada uno de estos vehículos que vuele por una urbe necesitará comunicar continuamente una gran cantidad de datos, como su posición, velocidad, dirección, altitud, cantidad de combustible restante y un largo etcétera. A ello hay que sumar que si el mercado acoge bien la llegada de estos drones, en pocos años habría cientos de miles de ellos volando entre los edificios de las principales capitales del mundo.

Todas esas comunicaciones inalámbricas tienen un sin fin de vulnerabilidades en lo requiere a la ciberseguridad pues, es imprescindible confirmar la integridad y la autenticación de cada una de las comunicaciones que enviarán los drones al resto de vehículos voladores y a las ‘torres de control’ que velen por la seguridad aérea.

Malware para drones: el Maldrone

No hablamos de nada nuevo, ya en 2015 los ciberdelincuentes demostraron lo fácil que era atacar los drones de uso recreativo con un malware para estos aparatos llamado Maldrone. No se trataba de un virus especialmente complejo, simplemente era un ‘backdoor’ que se introducía en el ordenador de manera encubierta y que aparentaba ser inofensivo. Sin embargo, era capaz de controlar el dron usando los datos de sus sensores a través del acceso a sus puertos serie.

Aunque los desarrolladores de los drones que fueron expuestos a este malware resolvieron relativamente rápido la vulnerabilidad, este tipo de `anécdotas’ supone la punta del iceberg de un riesgo muy elevado para toda la población, si no se alcanza un consenso muy asentado entre toda la industria y los responsables de llevar a cabo una regulación.

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Además, hay que tener en cuenta que toda la infraestructura que necesita una ciudad, como las paradas o las zonas de estacionamiento y repostaje, serán ‘puntos calientes’ donde los cibercriminales podrían acceder de forma física a estos vehículos. Es decir, no haría falta ‘colarse’ en las comunicaciones entre el dron y el resto del mundo, con insertar un USB con un código malicioso en un único taxi volador se podría poner en jaque la seguridad de todo el espacio aéreo de una ciudad.

La regulación por parte de los Estados

A todos estos desafíos en las comunicaciones, hay que sumar otros como la regulación por parte de los Estados y de las propias ciudades, los seguros específicos para estos vehículos, y la formación de las personas que pilotarán los taxis voladores y la de las personas que velarán por la seguridad del espacio aéreo.

(…) es relativamente fácil interceptar y manipular mensajes o falsificar dispositivos

Toda la industria y los organismos públicos deben esforzarse en alcanzar un sistema de seguridad aérea en las ciudades, porque es relativamente fácil interceptar y manipular mensajes o falsificar dispositivos, como taxis, el sistema de despacho de taxis, etc.” advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.

En este aspecto, será de crucial importancia mantener el anonimato y la seguridad de todos los dispositivos digitales de todas y cada una de las personas que vivan en las ciudades donde haya taxis voladores. En pocos años, pediremos un aerotaxi desde alguna de las aplicaciones que tengamos en el móvil y, si la seguridad de nuestro smartphone está comprometida, también lo podrá estar el espacio aéreo de nuestras ciudades.