Un 6,9 % de menores en España reconocen haber sufrido ciberacoso escolar en los dos últimos meses y en cada clase hay al menos dos personas que lo han padecido en algún momento. Así lo revela un informe titulado ‘Los niños y las niñas de la brecha digital en España’, elaborado por Unicef. Coincidiendo con el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso, que se celebra el primer jueves de noviembre; conocer de qué formas pueden sufrir ciberbullying los menores es clave para prevenirlo.

Apoyándose en el anonimato que brindan las redes sociales o en lo efímero de sus publicaciones en casos como el de las ‘stories’ de Instagram, WhatsApp o Facebook, cada año crecen los casos en los que menores se ven envueltos en casos de ciberacoso. En una encuesta realizada por Save the Children en 2019, de entre 400 jóvenes de toda España, más de las tres cuartas partes afirman haber sufrido violencia online durante su infancia. Además, el 47% relata que incluso más de un tipo.

Este año, Panda Security ha decidido debatir un problema importante que a veces oculta el entorno seguro de Internet: el ciberacoso. Amenazas con violencia, mensajes de contenido sexual, humillaciones, insultos, el acoso online adopta muchas formas, pero una en concreto, que parecía haberse pasado de moda, ha vuelto con más fuerza desde que se levantaron las restricciones y los menores volvieron a las clases presenciales.

La moda del happy slapping, una nueva forma de ciberacoso

Se trata de ‘happy slapping’, cuya traducción sería la de ‘palizas felices’, una práctica de cyberbullying que se da sobre todo en adolescentes y que se basa en incitar, grabar y subir a internet agresiones entre menores. Aplicaciones como Instagram, WhatsApp o Facebook cuentan con una función que permite subir contenido efímero que sólo dura 24 horas y después se borra (aunque en el caso de Instagram permite dejarlo permanente en la sección de ‘destacados’).

De esta forma las agresiones se viralizan rápidamente y en ocasiones, para cuando los padres quieren acceder al vídeo, este ya ha desaparecido. “El problema de esta práctica es que no se suele tratar de una pelea entre menores, sino que un incitador en concreto o un grupo de ellos, escogen a su víctima y la empiezan a increpar mientras lo filman, llegando a agredirla físicamente, para después subirlo a internet como un contenido más”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.

Normalmente esta forma de ciberacosos va acompañada por acoso escolar en las aulas y en los recreos. Por lo que los incitadores aprovechan que un menor o varios menores son víctimas habituales de sus insultos, para escogerlos como centro de este tipo de vídeos. Además, a pesar de que se suban a una sola red social o con una caducidad concreta, este contenido es tan popular que rápidamente es compartido por otras vías a través de capturas de pantalla. De esta forma es posible encontrarse vídeos de ‘happy slapping’ en TikTok y otras redes sociales o plataformas en las que los vídeos sí son permanentes.

Control Parental

El archivo de Stories de Instagram como aliado del ‘Happy slapping’

En el caso de conocerse un caso de este tipo de ciberacoso, aunque la storie de Instagram grabada por los agresores haya desaparecido, con la dificultad que supone el buscar culpables sin pruebas, existe una forma de acceder a ella.

Toda publicación subida a través de esta función, se almacena en el Archivo de cada perfil de Instagram, al que se accede abriendo el perfil, presionando sobre los Ajustes situados en la parte superior con la forma de tres líneas paralelas. Aquí se almacena el contenido de todas las stories de forma cronológica, siendo accesible para el usuario de la cuenta, no para el resto.

El origen del insulto ‘caranchoa’ 

El insulto ‘caranchoa’ llegó a ser tan conocido que incluso sale en una película de superhéroes de Marvel. Esta palabra nació de un vídeo que se viralizó en el que un youtuber increpaba a desconocidos por la calle para poner a prueba su paciencia y de esta forma conseguir ‘likes’ y suscripciones.

En una de las ocasiones, su víctima pierde los nervios y le golpea tras recibir el insulto de ‘caranchoa’, una agresión que llegó a acabar en los tribunales. A pesar de parecer una forma extrema de conseguir notoriedad online, cada vez son más los youtubers e incluso ‘streamers’ que recurren a ellas para hacerse conocidos de forma rápida.

Imitación de influencers y famosos de Internet

El problema es que los menores consumen estos canales y acceden a este contenido también a través de redes sociales, provocando que quieran imitar a estos famosos. Sólo que como todavía están en edad escolar, cambian a los desconocidos que se puedan encontrar por la calle por compañeros de clase. Por eso es importante prevenir a través de la educación en nuevas tecnologías y controlar a qué contenidos acceden los menores, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de redes sociales exigen tener un mínimo de 13 años para crearse un perfil.

El control parental para evitar que accedan a algunos canales es importante ya que algunos de estos ‘influencers’ etiquetan estos contenidos como +18. Apoyarse en la comunidad escolar para que realicen talleres y charlas sobre valores en Internet y el uso de la tecnología también es clave para evitar prácticas como el ‘happy slapping’ tanto desde el punto de vista de la víctima como del agresor.