A día de hoy, los ataques contra la privacidad de grandes empresas y particulares se han convertido en uno de los grandes peligros de la red. Muchas de las grandes organizaciones gastan millonadas cada año en programas de seguridad y protocolos para securizar sus redes, obsesionadas por blindar los datos de sus clientes y, por ende, su reputación. Ahora bien, ¿y si la solución reside en un simple acuerdo entre estados?

El viernes fue el mismo Donald Trump el que discutió en su primera reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin, la  creación de “una impenetrable unidad de seguridad cibernética” conjunta para así proteger los procesos electorales de ataques de piratas informáticos, entre otros.

No es la primera vez que el tema de la ciberseguridad está sobre la mesa. En un momento en el que la ciberguerra tiene más presencia que nunca en reuniones como la del G20, entendida como ataques supuestamente patrocinados por diferentes gobiernos, la iniciativa podría haber sido aplaudida. Y más cuando hace unos meses fue el presidente ruso el que propuso a Estados Unidos pactar un acuerdo sobre seguridad informático después del ataque WannaCry que afecto a miles de equipos en todo el mundo.

Sin embargo, tras las críticas levantadas por esta inesperada posibilidad de cooperación con Rusia, vista tanto por demócratas como republicamos como un aliado que nunca será fiable ni constructivo en materia de ciberseguridad, Trump pasó a cuestionar la posibilidad de crear este grupo de trabajo: “El hecho de que el presidente Putin y yo discutieramos una unidad de ciberseguridad no significa que yo piense que eso ocurra. No puede”, escribió Donald Trump en su cuenta de Twitter.


La ciberguerra, un tema de agenda mundial

En la mayoría de ocasiones, cuando hablamos de ciberguerra, nos referimos a ataques presumiblemente perpetrados por estados, aunque es raro encontrar pruebas que garanticen la autoría del ataque. Los gobiernos tienen más claro que nunca que deben tomar medidas para protegerse, de hecho Obama hizo unas declaraciones hace unos meses donde reconocía que quedaba mucho trabajo por hacer tras recordar que en el pasado la red de la mismísima Casa Blanca fue perpetrada.

Últimamente hemos visto claros ejemplos de esta tendencia, como el descubrimiento de un ataque al DNC (Democratic National Committee) en el que les sustrajeron todo tipo de información, que además se fue haciendo pública con el fin de perjudicar la campaña de la candidata demócrata. Si bien atribuir con certeza quién está detrás de un ataque es muy complejo y en muchas ocasiones imposible, parece que en este caso está claro que los atacantes eran de origen ruso, y han saltado acusaciones diciendo que el gobierno de dicho país estaba detrás.

Todo el mundo puede ser víctima de un robo de información y esto incluye también a grupos terroristas como el ISIS.  Un desertor se llevó consigo un a memoria USB con datos de 22.000 miembros de ISIS que antes de unirse al grupo deben rellenar un formulario con toda esta información.

En marzo de 2016, la agencia de inteligencia de Corea del Sur denunció un ataque en el que habían comprometido 40 teléfonos móviles de agentes de seguridad del país, acusando a Corea del norte del ataque. Días después el gobierno norcoreano negó que ellos fueran los responsables

La germinación de ideas como el programa de recompensas “Hack the Pentagon” puesto en marcha por la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos  o posibles pactos de cooperación como el esbozado en un primer momento en el G20 podrían ser el germen para evitar agujeros futuros en la ciberseguridad mundial.