De acuerdo con un estudio del Parlamento Europeo, entre el 4% y el 7% de la población femenina ha sufrido alguna forma de acoso online a lo largo del último año. Además, según otra investigación, en este caso del Instituto Europeo de la Igualdad de Género, el 70% de las víctimas de ciberacoso han padecido además una o más formas de violencia física o sexual. Unas cifras que reflejan el alcance del problema de la ciberviolencia contra las mujeres en el mundo digital (donde representan casi la totalidad de las víctimas) y por qué es importante sensibilizar sobre ella.

En este sentido es importante tener en cuenta que la violencia cometida en plataformas digitales es un fenómeno conectado con la violencia en el mundo ‘real’, tanto por las consecuencias que puede tener en las víctimas como por el hecho de que en muchos casos desemboca en violencia física. En el ámbito jurídico, a nivel internacional todavía no existe una definición única sobre la ciberviolencia contra las mujeres, pese a los avances en materia de violencia de género que vienen realizándose en muchos países.

¿Qué es la ciberviolencia?

La ciberviolencia puede adoptar diversas formas: acoso, usurpación de identidad, fraudes comerciales, restricción del acceso digital, divulgación de contenidos personales o íntimos, incitación al odio, acceso sin consentimiento a cuentas en línea o ciberacoso. Esta última es una de las más extendidas y consiste en el acoso a una persona mediante el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, así como el seguimiento y espionaje de las actividades de esa persona en su vida cotidiana, a través herramientas digitales, con la voluntad de controlar o influir la vida online de la víctima.

El ciberacoso puede llevarse a cabo con distintas herramientas, como el acceso a las cuentas de usuario o directamente a los dispositivos de la víctima -lo que permite obtener mucha información personal- o mediante la instalación de aplicaciones de stalkerware, es decir, software que monitoriza el uso del dispositivo y otros datos personales (como la ubicación de la víctima, sus conversaciones, etc).

La ciberviolencia puede tener un impacto muy negativo en la vida de las víctimas y afectarlas de diferentes maneras. Por ejemplo creando problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, ataques de pánico, baja autoestima o síndrome de estrés postraumático. En algunos casos provoca problemas laborales o dependencia económica, lo que agrava la situación de las mujeres en los casos de violencia de género.

No hay que subestimar la ciberviolencia pensando que es un fenómeno superficial ya que las consecuencias pueden ser muy graves si no se pone freno a los abusos, que suelen aumentar en intensidad y gravedad a medida que pasa el tiempo.

Qué hacer en caso de sufrir ciberviolencia

El primer paso es contactar con una de las unidades especializadas de la policía. Puedes presentar tu denuncia directamente ante ellas: la Policía Nacional cuenta con la Brigada Central de Investigación Tecnológica y con la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM); la Guardia Civil con el Grupo de Delitos Telemáticos (GDT) y con Equipos de Mujer y Menor (EMUME). Allí podrás hablar con uno o varios de los profesionales formados que evaluarán tu caso y te aconsejarán los pasos a seguir.

En términos más generales, también es aconsejable:

  • Si crees que tu teléfono está siendo vigilado, compra o utiliza otro para pedir ayuda o denunciar el problema.
  • Conserva pruebas para demostrar el abuso.
  • No evites el problema ni esperes a que desaparezca por sí solo, busca ayuda profesional y habla con amigos y familiares de confianza.
  • Si temes por tu seguridad física o la de tus familiares, llama a la policía.
  • Por último, para quienes deseen más información sobre ciberviolencia, violencia de género y acoso, están los numerosos recursos que ofrece la delegación de Gobierno contra la Violencia de Género.

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