¿Cuáles son los riesgos de los robots de mensajería?

Los servicios de mensajería están cada vez más presentes en el paisaje urbano, en gran parte porque los consumidores nos hemos acostumbrado a recibir entregas inmediatas o programadas en todo tipo de compras. En el eslabón final de este proceso se encuentran repartidores en motos, bicicletas o furgonetas, circulando permanentemente por las calles de nuestras ciudades. Pero además, una nueva alternativa comienza a aparecer en las aceras de las grandes metrópolis: los robots de mensajería automatizados.

Estos dispositivos autónomos prometen reducir los costes de mano de obra, aumentar la eficiencia en el reparto y reducir el número de automóviles. El problema es que van a competir por espacio en zonas urbanas ya muy transitadas, lo que va obliga a las autoridades locales y a las empresas a buscar innovaciones si quieren evitar nuevos problemas en los próximos años, especialmente en términos de movilidad.

En paralelo empresas como Amazon, UPS y Google están trabajando en posibles servicios de entrega con drones -ensayos que suponen grandes eventos de RRPP-, pero los servicios de mensajería en el suelo se perfilan, a día de hoy, como una solución más realista para los espacios urbanos. Algunas estimaciones apuntan a que los vehículos autopropulsados y los robots de aceras podrían reducir los costes de entrega final en las ciudades hasta en un 40%, aunque la mayoría de ellos requieren por el momento supervisión y mantenimiento por parte de los humanos.

Sector por regular

La pregunta es si esas legiones de robots pueden desembarcar en los barrios urbanos sin perturbar la vida de los vecinos. Para ganarse la confianza del público, estas máquinas deben demostrar que pueden compartir espacios peatonales de forma segura y discreta. Los robots mensajeros también tendrán que hacer frente a interrupciones y obstáculos, incluyendo transeúntes que bloquean sus caminos (en movimiento o parados) y ladrones que traten de robar los paquetes. El de la seguridad será un desafío importante, tanto por los intento de robo como por el vandalismo callejero. En cualquier caso parece que el primer problema podrá resolverse con la puesta a punto de mecanismos de bloqueo a distancia para proteger los paquetes.

Otro reto adicional que deberá resolverse es cuál será la relación con las autoridades locales, encargadas de regular estos servicios. En algunas ciudades, como San Francisco, las entregas autónomas sólo se permiten a un pequeño número de empresas que han solicitado permisos especiales. Otras comunidades de Estados Unidos están empezando a reglamentar las áreas en las que se permiten esos robots y cómo deben comportarse.

Destrucción de puestos de trabajo

Por otro lado está el miedo de que esos robots puedan dejar a mucha gente sin trabajo, una cuestión delicada en un mundo en el que el crecimiento del desempleo por la automatización genera una importante ansiedad. De momento, los robots de entrega también están creando una nueva categoría de puestos de trabajo, ya que ninguno de los modelos actuales es totalmente autónomo y siempre necesitan supervisión, física o remota. La pregunta es qué pasará a medida que vayan siendo completamente autónomos.

En cualquier caso, a día de hoy los expertos en movilidad sostienen que la mejor solución para reducir el exceso de vehículos de reparto es menos tecnología, no más. Un informe de la consultora McKinsey señalaba que las bicicletas tradicionales siguen perfilándose como la opción más competitiva para la fase final de muchas pequeñas entregas. “Hasta que los robots no sean significativamente más baratos”, escriben los analistas, “es probable que los mensajeros en bicicleta continúen siendo la mejor forma de entrega inmediata en las zonas urbanas”.