China vuelve a albergar el superordenador más potente del mundo, aunque con un mastodonte novedoso. Gracias a su rendimiento pico de 125 ‘petaflops’ (más de 125.000 billones de operaciones por segundo), el Sunway TaihuLight ha duplicado con margen la potencia del también chino Tianhe-2, al que ha relegado a un segundo puesto en el último TOP500, el ‘ranking’ que se encarga de clasificarlos.

El actual rey de la supercomputación no solo es novedoso por su impresionante potencia, sino también porque es el primero completamente ‘made in China’. El Tianhe-2 utiliza chips de Intel, pero los del TaihuLight han sido diseñados y fabricados en la potencia asiática después de que el Departamento de Comercio estadounidense prohibiera la venta de esos chips a los laboratorios de ese país.

Además, por primera vez, hay más superordenadores chinos que estadounidenses en el ‘ranking’: 167 frente a 165. Ahora bien, ¿por qué los superordenadores son tan importantes para el avance científico?

 

Miles de procesadores uniendo sus fuerzas

El puesto 106º del último Top 500 lo ocupa el superordenador más potente de España: el barcelonés MareNostrum, con su rendimiento de 1,01 ‘petaflops’. Para conseguirlo, casi 50.000 procesadores trabajan coordinadamente. La esencia de los superordenadores reside precisamente en la premisa de que la unión hace la fuerza: sus procesadores son capaces de trabajar de forma conjunta y sumar así sus capacidades.

El aumento de la velocidad de los chips —aunque la famosa ley de Moore, que establece que cada 18 meses se duplica el número de transistores en un circuito integrado, está tocando techo— y la mejora del trabajo coordinado de esos procesadores son los factores que han permitido el desarrollo de los superordenadores cada vez más potentes.

Por eso, con el tiempo, los superordenadores de ayer se convierten en los ordenadores de hoy. Para entendernos, el superordenador más potente de 1993 es el equivalente a un iPad 4. En poco más de un lustro, se espera que superen la próxima barrera: la de los ‘exaflops’, el trillón de operaciones por segundo.

 De predecir el cambio climático a estudios del genoma

Los superordenadores se suelen utilizar para realizar cálculos especialmente complejos. El estudio del clima, la investigación de la vida marina o la fabricación avanzada serán algunos de los campos de estudio de los que se ocupará el Sunway TaihuLight.

El MareNostrum tiene cometidos similares. Gracias a él, más de 400 investigadores trabajan en estudios del genoma, predicciones del cambio climático o simulaciones tan increíbles como la del funcionamiento del corazón o la reconstrucción de una supererupción volcánica que salvó a los últimos neandartales en España.