¿Los robot nos quitarán el trabajo? A muchos, sí. Un reciente informe del Foro Económico Mundial ha puesto cifras a un debate que lleva tiempo sobre la mesa: de aquí a 2020, desaparecerán 7,1 millones de puestos de trabajo en los países avanzados y se crearán 2,1 millones. Dicho de otro modo, se perderán 5 millones de empleos para siempre.

Otro informe reciente, en este caso de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ha señalado a España, Austria y Alemania como los países a los que más afectará la evolución de la robótica. En concreto, lo que ya se conoce como “cuarta revolución industrial” hará que un 12% de los trabajadores de estos tres países se vean sustituidos por máquinas, frente a una media del 9% en el conjunto de la OCDE.

Es algo que preocupa, y mucho, en el Viejo Continente. Por eso el Parlamento Europeo ha elaborado un conjunto de normas para regular la relación entre robots, ciudadanos y empresas comunitarias, en un estilo que recuerda al de las viejas leyes de la robótica de Isaac Asimov.

Ahora esta propuesta de marco legal deberá ser debatida por la Comisión Europea, que será quien decida finalmente si regula o no la implantación de los robots en la sociedad para minimizar los desajustes provocados por las máquinas. Estas son las medidas propuestas:

Un botón de apagado

Como las técnicas de aprendizaje automático (‘machine learning’) y aprendizaje profundo (‘deep learning’) avanzan a pasos agigantados, el Parlamento Europeo se pregunta qué pasará si los robots se enseñan a sí mismos más de la cuenta y terminan por volverse peligrosos. Su propuesta es que, por ley, en todos los robots se instale un botón que permita desactivarlos en caso de emergencia.

Que no puedan dañar a los humanos

Casi calcada de Asimov, esta medida propuesta por el Parlamento Europeo consistiría en prohibir a las empresas la fabricación de cualquier robot que tenga como objetivo dañar al ser humano. Básico y probablemente de sentido común, sí, pero no por ello innecesario: de aprobarse algo semejante, habría que ver qué pasa con los famosos ‘killer robots’ diseñados para la guerra.

Nada de vínculos emocionales

Más que una medida concreta podría considerarse un recordatorio. El Parlamento Europeo quiere dejar claro a los humanos que los robots no tienen sentimientos (al menos por ahora) y que, por lo tanto, no deben dejarse engatusar por aparentes emociones que solo son fingidas.

Un seguro para los más grandes

El fabricante y el propietario del robot se harán responsables de los daños que pudiera causar, de tal forma que los dueños de un autómata de gran tamaño (o de alta peligrosidad) deberán contratar un seguro similar a la póliza de accidentes de un coche.

Derechos y obligaciones de las máquinas

El informe del Parlamento Europeo define a los robots, para sorpresa de muchos, como “personas electrónicas”, de forma que les confiere derechos y obligaciones similares a los de los humanos que habrán de ser definidos. Podría ser, incluso, que se les llegue a considerar responsables ante la ley junto a su creador y su propietario.

Hacienda somos todos (incluso ellos)

Una de las medidas más polémicas de las propuestas por el Parlamento Europeo es que los robots, para reducir el impacto social del desempleo, coticen a la Seguridad Social y paguen impuestos como si fueran trabajadores de carne y hueso. De esta forma, contribuirían a llenar las huchas de las pensiones y la Sanidad como todo hijo de vecino.

Renta básica universal

Como muchos humanos van a verse sin empleo, en el informe se menciona también la posibilidad de crear algún sistema de renta básica que garantice unos recursos mínimos a las personas y facilite, así, la transición entre un modelo económico basado en la mano de obra humana y la casi absoluta automatización del trabajo.