Una estafa emocional que se ceba con los más jóvenes

Cada vez es más común recibir correos que amenazan con difundir imágenes íntimas. Este tipo de estafa se basa en el miedo y la vergüenza, y suele dirigirse especialmente a los jóvenes. Para protegerse, es clave asegurar las cuentas online, evitar contactos sospechosos y configurar bien la privacidad en redes. Si recibes una amenaza, mantén la calma, no cedas y busca apoyo.

YouPorn, contraseñas filtradas y criptomonedas. No, no es un revisión torticera de la mítica película ‘Sexo, mentiras y cintas de vídeo’ de 1989. Se trata de la santísima trinidad de una estafa que juega con el miedo y la vergüenza de la víctima y utiliza la presión del tiempo para provocar reacciones automáticas que llevan a la persona a actuar rápido y de forma atropellada. 

Los adolescentes los más afectados por la sextorsión

La sextorsión no se basa en hechos, sino en manipular tus emociones. Su fuerza está en lo psicológico, no en lo real. Además, la inteligencia artificial está sofisticando este tipo de amenaza, haciéndola más convincente y peligrosa, porque permite crear contenidos falsos que parecen reales y automatizar la estafa a gran escala. 

Los adolescentes son uno de los colectivos más vulnerables a este engaño. De hecho, tanto los datos como los expertos alertan de que menores y jóvenes están siendo cada vez más afectados por este tipo de chantaje digital. Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), el grupo de edad más afectado por la sextorsión es el de entre 12 y 25 años.

La alta exposición a las redes sociales, la falta de conciencia del riesgo y el uso frecuente de chats con desconocidos son factores detonantes para que puedan producirse casos como el que se denuncia en la página de INCIBE sobre un menor que tuvo un encuentro virtual en Instagram con una persona que no conocía y con la que interactuó en inglés. Tras un tiempo de conversación, el extraño le solicitó fotos de su rostro y de su habitación con el pretexto de conocerle mejor.

El menor accedió y las imágenes fueron utilizadas para crear varios montajes explícitos de carácter sexual, con tan alta calidad que era realmente difícil distinguir si habían sido creados con herramientas de inteligencia artificial. La extorsión tuvo un precio: 200 euros a cambio de no difundir esas imágenes alteradas entre seguidores y conocidos. Una cantidad que para muchos puede resultar irrisoria, pero que para un menor supone la bancarrota o, peor aún, un problema que sólo se puede resolver delinquiendo para conseguir el dinero.

La extorsión digital supera la barrera de lo personal

La extorsión digital no sólo empuja a la víctima a ceder, también le arrastra a una espiral de decisiones desesperadas que pueden tener consecuencias legales. Además, pagar al ciberacosador no garantiza que éste desaparezca. El chantaje, como en las novelas de espías mal cerradas, rara vez termina en el primer capítulo. Puede pasar, incluso, que aún habiendo pagado el ‘rescate’, esas imágenes terminen viralizándose si el acosador sólo busca hacer daño.

Esta es una forma de acoso que combina la crueldad del bullying con el poder amplificador de las redes y que se podría bautizar como ‘deepfake bullying’ y dedicarle un análisis en sí mismo. Pero, todavía se puede ir más allá: si el extorsionador tiene conocimientos de hacking puede rastrear el pago en criptomonedas y abrir otra puerta a nuevos delitos como robos, amenazas a la familia, chantajes múltiples, etcétera. 

El chantaje puede superar la barrera de lo personal. Un vídeo manipulado puede ser utilizado también para amenazar a padres, hermanos o amigos. Basta una foto sacada de un perfil público para generar contenido falso que arrase con la vida de alguien. A golpe de clic, un delincuente con conocimientos medios de inteligencia artificial puede tener en sus manos un arma de destrucción reputacional. 

Los adolescentes no son los únicos en caer en este tipo de trampas. Los hombres de entre 30 y 60 años también se encuentran entre los grupos más atacados con sextorsión, normalmente mediante correo electrónico o contactos falsos en páginas de adultos. Y cada vez más usan técnicas refinadas como el deepfake

Ataques más creíbles, personalizados y difíciles de detectar

La sextorsión está yendo más allá gracias al uso de tecnologías emergentes, técnicas psicológicas avanzadas y estrategias de cibercrimen bien organizadas. Ya no se trata sólo de correos genéricos, ahora los ataques son más realistas y difíciles de detectar, lo que multiplica el impacto psicológico, porque la víctima duda de si el vídeo es real o no. 

Los estafadores pueden crear vídeos falsos hiperrealistas con los rostros de las víctimas, generados a partir de fotos de redes sociales; y realizar llamadas o enviar mensajes personalizados usando voces y comportamientos que imitan a la persona a la que están suplantando. En muchas ocasiones, los mensajes y correos electrónicos incluyen contraseñas antiguas o nombres reales, obtenidos gracias a filtraciones de datos de LinkedIn y otras redes. Y en su mayoría, los emails están bien redactados.

Ya no parecen haber sido creados por una máquina, tienen una buena retórica y pueden utilizar referencias específicas de las víctimas. Además, ahora se usan plataformas como Instagram, Whatsapp, Discord o TikTok para contactar con los perjudicados e, incluso, hay ataques coordinados donde una cuenta finge ser una víctima anterior para ganar más confianza. 

La IA no sólo les sirve a estos ciberdelincuentes para mejorar el aspecto de su estafa, también hace posible generar millones de correos o mensajes personalizados en apenas unos segundos. Engaños en forma de bombas racimo que se disgregan para captar el mayor número de víctimas posibles, que normalmente guardan silencio cuando caen en la trampa por vergüenza y el miedo al qué dirán.

Esto explica por qué no hay datos oficiales que señalen exactamente cuántas personas en España han sido víctima de sextorsión. Es cierto que cada vez hay más denuncias a la policía: en 2023 se registraron en nuestro país 4.460 denuncias que pueden mostrar la magnitud del problema, pero no hay un registro oficial como pueda pasar con otro tipo de estafas. 

Prevenir o curar

De ahí la importancia de aprender a cómo responder cuando se sufre un ataque como este. Desde INCIBE se insta a que cualquier víctima de sextorsión ponga en conocimiento de lo sucedido a sus padres, cuando se trata de un menor, o a cualquier persona que pueda ayudar y orientar en las acciones a tomar.

“También es importante no borrar ninguna prueba e, incluso, guardar evidencias como mensajes intercambiados, pantallazos, etc”, aconseja Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager en Panda Security, “porque pueden servir más adelante si se presenta denuncia ante los cuerpos de seguridad del Estado”.

El directivo de Panda también considera esencial cortar la comunicación con el chantajista y practicar, periódicamente, el egosurfing “para vigilar qué información circula por Internet y detectar si se han publicado datos personales o alguna imagen”

En caso de localizar alguna publicación potencialmente delictiva, se puede ejercer el derecho al olvido en el buscador en el que se encuentre, y los derechos ARSOPOL (acceso, rectificación, supresión, oposición, portabilidad, derecho a no ser objeto de decisiones individualizadas y limitación del tratamiento). Y, en caso necesario acudir a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).

“Y lo más importante: No cedas al chantaje ni sigas ningúna instrucción. No entres en pánico ni respondas cuando comience la extorsión”, advierte Lambert, “porque ésta será sólo la punta del iceberg”.