La próxima revolución de la informática ya tiene nombre y apellido: computación cuántica. Los ordenadores capaces de trabajar con la superposición de unos y ceros (con qubits, que pueden tomar ambos valores, en lugar de con bits, que toman uno u otro) todavía son un animal de laboratorio, pero las investigaciones cada vez se acercan más al sueño de desarrollar una máquina de estas características capaz de transformarlo todo, desde la medicina hasta la seguridad informática.

Porque la era cuántica traerá consigo una nueva etapa en la eterna carrera entre defensores y atacantes de nuestra privacidad. La criptografía será el campo de batalla en que se librará esta guerra del futuro, cuyos contendientes ya se están preparando para un enfrentamiento que podría producirse en los próximos años.

Teóricamente, un ordenador cuántico sería capaz de romper la mayoría de los actuales algoritmos de cifrado, en especial los que están basados en clave pública, al ser capaz de factorizar a una velocidad muchísimo mayor que los convencionales. Un ataque de fuerza bruta (probar todas las claves posibles a gran velocidad hasta dar con la correcta) sería pan comido con una máquina de estas características.

 

“Un ordenador cuántico sería capaz de romper la mayoría de los actuales algoritmos de cifrado”

 

Por otra parte, con este cambio de paradigma en la informática llegará también la gran esperanza para la privacidad: la criptografía cuántica, que le pondrá las cosas muy difíciles a los espías y cibercriminales. Mientras que los sistemas de cifrado actuales son seguros porque el intruso que intenta leer la información solo puede hacerlo resolviendo problemas complejos, en la criptografía cuántica tendría que violar las leyes de la mecánica cuántica, algo que a día de hoy resulta imposible.

En cualquier caso, todavía es pronto para temer o aguardar con ilusión la llegada de estos algoritmos. Ni los ordenadores cuánticos se van a poner a descifrar claves mañana mismo ni serán tan peligrosos cuando, dentro de unos años, sean capaces de hacerlo. Previsiblemente, los sistemas de seguridad más vulnerables a la potencia de estas máquinas ya habrán dejado de utilizarse cuando, dentro de al menos cinco años, sean una realidad más cotidiana.

Hasta entonces, y como precaución especial para proteger los documentos y conversaciones más confidenciales de una empresa, no está de más seguir ciertos consejos siempre que la información que está en juego justifique el esfuerzo. Lo más importante es evitar cifrados de clave asimétrica como RSA, ElGamal o los basados en el protocolo Diffy-Hellman, pues los ordenadores cuánticos podrían resolver de forma relativamente sencilla los problemas matemáticos en los que se basa su seguridad.