Así son los códigos que usan los adolescentes para ocultar lo que hacen en redes sociales

Los adolescentes nunca quieren coincidir con sus amigos y sus padres en el mismo lugar. Quizás esa sea una de las principales razones por las que casi ningún menor de 18 años tenga siquiera un perfil en Facebook.

Sin embargo, ambas generaciones han coincidido en el auge de Instagram. Durante los últimos años, todos los padres se han apresurado a crearse una cuenta en esta red social, entre otras razones, para ver ‘qué hacen sus hijos allí’. Se trata de una convivencia problemática, porque los jóvenes se sienten auditados e incluso ‘espiados’, lo que les lleva a buscar formas de expresarse libremente entre iguales, sin que sus padres se enteren de lo que realmente hacen.

En este sentido, muchos adolescentes tienen más de una cuenta en Instagram. Por lo general, tienen una ‘pública’ y otra ‘privada’. Esto no tiene nada que ver con los permisos de privacidad que da la red social.

Adolescentes que se convierten en community managers sin saberlo

De hecho, “se da una curiosa paradoja, puesto que la cuenta que ellos denominan ‘pública’ suele tener muy cuidados los permisos de privacidad, para que solo puedan ver sus fotos personas conocidas. De esta manera, hacen que sus padres se queden tranquilos viendo las imágenes y vídeos que esperan ver”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.

Sin embargo, la cuenta que los adolescentes denominan ‘privada’ es aquella en la que cuentan a sus amigos lo que para ellos es más íntimo y personal. Curiosamente, este perfil suele estar en abierto, porque gran cantidad de adolescentes siente la necesidad de sumar miles de ‘amigos’ en sus redes para sentir mayor aceptación social.

Códigos secretos que ‘no entienden los mayores’

El hecho de alimentar dos perfiles sociales con contenidos exclusivos para cada uno de ellos supone un trabajo y planificación considerables. Por ello, muchos otros adolescentes tienen una única cuenta en la que vetan la entrada a sus padres a sus ‘stories’ de Instagram. Así, publican en su perfil las fotos que sus padres ‘esperan ver’, mientras que usan la sección de fotos y vídeos efímeros para hacer públicas sus últimas hazañas, gamberradas o idilios amorosos, entre otras muchas cosas.

Pero, por si las moscas, utilizan códigos secretos e iconografías con emoticonos que se ponen y se pasan de moda con tanta velocidad, que es difícil seguir. Por ello, hay que observar los textos que los niños escriben en sus ‘bios’ de Instagram. Una serie de emoticonos aparentemente sin sentido pueden tener significados distintos, desde quiénes son sus amigos, a qué tribu urbana pertenecen, si tienen pareja o quién es el chico o chica que le gusta.

Aunque pueda parecer información poco relevante, puede servir de mucho para una persona con malas intenciones. Si por ejemplo, la pandilla de un chaval usa el emoticono de una tortuga y un oso para identificarse, todos sus amigos también lo pondrán en su ‘bío’. Si además, tiene otro emoticono, por ejemplo un perro, ese es su pseudónimo en la pandilla y si tiene otro más, por ejemplo, un gato, lo más probable es que sea el de su novio/a o del chico o chica que le gusta.

Así, aunque este chico tenga al máximo la privacidad de Instagram, se puede obtener mucha información sobre sus amigos si se buscan esos emoticonos en Google o en el propio campo de búsqueda de Instagram.

Lo mismo ocurre con aquellos emoticonos que se utilizan para decir quién es la persona que le gusta o para saber cual es su rol en el grupo. Se trata de una información muy relevante si se quiere chantajear a un adolescente.

Redes sociales dentro de redes sociales

Otra forma de socializar digitalmente entre adolescentes sin que sus padres se percaten de sus comunicaciones es el uso de redes sociales que se integran con otras redes sociales.

El primer paso se dio con Ask.fm, aunque esta app ha sido superada por la moda de ThisCrush. Se trata de una red social en la que se puede escribir de forma anónima en el perfil de otros usuarios. Aunque ThisCrush fue creada para hacer posibles los amores platónicos (por su significado semántico en inglés) la realidad es que es el ecosistema perfecto para el cyberbullying, ya que que muchos menores la usan para insultar e incluso acosar a otros sin ser identificados.

El modus operandi de esta app es sencillo. Los adolescentes ponen en su ‘bío’ de Instagram un link a su perfil de ThisCrush. Posteriormente comparten una foto o vídeo en sus ‘stories’ (en las que previamente han vetado a sus padres y demás adultos) y lanzan una pregunta a sus seguidores. Las respuestas de la comunidad pueden llegar a ser sobrecogedoras, sobre todo, porque el perfil de ThisCrush no es privado. Es decir, cualquiera que tenga ese link puede entrar a comentar lo que quiera de forma anónima.

Peleas virtuales entre fans y ‘haters’

Hay adolescentes que podrían ser denominados ‘influencers’ por el gran número de seguidores que tienen en sus redes sociales. Sin embargo, lo que les diferencia de los verdaderos ‘influenceres’ es que entre los menores que les siguen hay fans, pero también hay ‘haters’ (del inglés ‘odiadores’).

De esta manera, los insultos a una persona pueden alcanzar un nivel viral, hasta el punto de que miles de niños puedan entrar al perfil de otro chaval para insultarle.

Sin embargo, al contar con verdaderos fans entre sus seguidores, también puede darse el caso de que estos se unan a la conversación para defenderles.

En este tipo de ocasiones, ThisCrush es el caldo de cultivo perfecto para crear peleas virtuales entre grupos de chicos que están a favor o en contra de lo que diga o haga un amigo, un influencer o un personaje público. De nuevo, toda la información que se puede obtener en esta red social puede ser muy dañina si cae en malas manos.

Los padres de la era digital ya no podemos excusarnos diciendo que no nos interesa la tecnología ni Internet. Es la realidad en la que viven nuestros hijos y tenemos el deber de conocer ese entorno para poder aconsejarles, guiarles y advertirles de los peligros que se esconden detrás de las redes sociales. Al igual que ningún padre permite a su hijo salir desnudo a la calle, nadie debería permitir que sus hijos usen sus móviles sin ningún tipo de control”, apostilla Hervé Lambert, Global Consumer Operations Manager de Panda Security.

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