En Navidad se pueden llegar a mover hasta 5 millones de paquetes al día, que podrían no llegar a su destino si uno de los grandes operadores sufriera una caída o un ataque que lo dejara paralizado. Esta situación puede evitarse, o reducirse a una simple anécdota, con las medidas de seguridad, prevención técnica y resiliencia adecuadas.
Casos recientes de ciberataques en la logística global
Turquía, 30 de noviembre de 2025
La empresa de paquetería Aras Kargo sufre un ciberataque en sus servidores que detiene la recogida y entrega de paquetes en todo el país. Su web y los sistemas de tracking quedan fuera de servicio, y la compañía se ve obligada a emitir un comunicado explicando que habrá retrasos en las entregas.
Reino Unido, noviembre de 2024
El proveedor de software logístico Blue Yonder sufre un ataque de ransomware en su entorno de servicios gestionados. El ataque aafecta a supermercados como Morrisons y Sainsbury’s, y otros retailers (incluido Starbucks), que ven interrumpidos sus sistemas de almacén, disponibilidad de stock y procesos de cadena de suministro. El CEO de Morrisons reconoce que el incidente impacta negativamente en sus ventas de Navidad y la empresa se ve forzada a ofrecer descuentos adicionales para revertir la situación.
Australia, 10 de noviembre de 2023
DP World Australia, operador que gestiona alrededor del 40% del tráfico de mercancías del país detecta acceso no autorizado en su red corporativa. Desconectan Internet para contener el incidente, pero se paralizan durante varios días las operaciones terrestres en los principales puertos. Esto deja contenedores y carga atascados en los muelles.
España, 26 de noviembre de 2021
La web de Correos Express y sus sistemas de seguimiento de paquetes y generación de etiquetas están completamente caídos por problemas en sus sistemas informáticos. Aunque no se confirma públicamente como un ciberataque, es un ejemplo muy útil de cómo una incidencia en sistemas de un operador de paquetería impacta de lleno en el inicio de la campaña navideña.
La campaña navideña y la presión sobre la logística
En Navidad se mueven cientos de millones de paquetes a diario en todo el mundo. En España, la patronal del sector estima que solo entre Black Friday y Navidad de 2025 se habrán gestionado alrededor de 125 millones de envíos, con una media de 4,3 millones de paquetes diarios y picos de hasta 5,5 millones al día. Otros estudios amplían la foto al último trimestre del año y elevan la cifra por encima de los 417 millones de paquetes, lo que sitúa la campaña navideña como el momento de máxima presión operativa y de exposición al riesgo para la logística y la paquetería.
En este contexto, un ciberataque que dejara fuera de servicio a uno de los grandes operadores en España, Correos/Correos Express, SEUR, MRW, DHL, Amazon Logistics, GLS, entre otros, tendría un efecto muy grave. “El impacto sería muy serio y se vería en varias capas”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operation Manager de Panda Security. Además, recuerda que “con las cifras que manejamos, del orden de cinco millones de envíos diarios, el colapso operativo sería prácticamente inmediato”.
Riesgo sistémico de un ciberataque en logística
La caída de un gran operador “implicaría la interrupción del tracking y de la gestión de envíos. Por ello, no se podrían generar etiquetas, planificar rutas ni registrar entregas. Y, los clientes verían sus pedidos congelados en preparación o tránsito”, explica Lambert. A la dimensión digital se sumaría la física: “Los centros logísticos y los hubs empezarían a llenarse en cuestión de horas. En uno o dos días se alcanzaría una saturación total, con almacenes colapsados, camiones esperando y rutas sin salir”. El retraso se propagaría en cadena. “Muchos paquetes llegarían después de Navidad, aumentando las reclamaciones y las devoluciones”.
Ese efecto dominó sería difícil de contener. “Los envíos no desaparecerían: intentarían desviarse a otros operadores, que recibirían una avalancha de peticiones para la que, posiblemente, no estarían preparados. Esto ralentizaría también sus propios tiempos de entrega, incluso para clientes no afectados inicialmente”, advierte Lambert. Los grandes e-commerce se verían obligados a reconfigurar en cuestión de horas sus reglas de asignación de transportistas. Y, “en muchos casos, optarían por limitar nuevas ventas en las zonas más afectadas para no generar un backlog inmanejable”.
Impacto operativo y económico
Pero el impacto no se quedaría únicamente en el ámbito operativo. Las consecuencias económicas serían inmediatas, especialmente para los retailers, las pymes y los consumidores. Las empresas con fuerte dependencia del canal online verían caer sus ventas en el periodo más relevante del año, y campañas completas de juguetes, electrónica, o moda regalo podrían quedar arruinadas simplemente por no llegar a tiempo. A ello se sumarían costes extraordinarios: reprocesos de pedidos, reenvíos, devoluciones masivas, refuerzo de atención al cliente, compensaciones y posibles penalizaciones contractuales entre comercios y operadores logísticos. Además, el daño reputacional se repartiría entre todos los implicados. Debido a que “El consumidor final rara vez distingue si el fallo procede de la tienda o del transportista”, recuerda Lambert.
En determinados casos, el problema podría trascender a lo económico y adquirir dimensiones de orden público. Especialmente si el operador afectado fuera uno con gran capilaridad territorial, como Correos o Correos Express. “Las áreas rurales y pequeñas ciudades, con menos alternativas de reparto, serían las más perjudicadas. Y, el impacto alcanzaría no sólo a regalos navideños, sino también a envíos administrativos o sanitarios urgentes”. Señala el experto de Panda Security, quien, además, sospecha que esta situación “podría activar protocolos de protección de infraestructuras críticas. Además de implicar la intervención del CCN-CERT, INCIBE y las fuerzas y cuerpos de seguridad. A esto se le sumaría una previsible intensa presión política y mediática para restaurar el servicio cuanto antes”.
Impacto social y ciberseguridad
Además, un ataque capaz de paralizar a un gran operador suele conllevar un compromiso profundo de los sistemas. A menudo asociado a ransomware, “que podría abrir la puerta a una exposición masiva de datos altamente sensibles como direcciones, teléfonos, correos electrónicos e incluso información de pago. Y, a una segunda oleada de fraude basada en campañas de phishing o smishing hiperpersonalizadas”. La fuga de información obligaría a notificar a millones de personas y podría derivar en sanciones de la AEPD por incumplimiento del RGPD.
Un incidente de este tipo en plena Navidad pondría de manifiesto que la logística y la paquetería son, en la práctica, una infraestructura crítica de la economía digital. “También evidenciaría la dependencia estructural de unos pocos grandes operadores, que actúan como puntos únicos de fallo. Y, confirmaría que la ciberseguridad ya no es solo un asunto tecnológico, sino un riesgo operativo central. Capaz de frenar ventas en el trimestre más importante del año, deteriorar la reputación de empresas e instituciones y generar un malestar social visible en un momento especialmente sensible del calendario”. Advierte Lambert.
Previsión, resiliencia y preparación frente a ciberataques en logística
Para evitar, o reducir drásticamente la probabilidad de impacto, de un ciberataque que paralice a un gran operador logístico en plena campaña de Navidad, “no basta con más ciberseguridad”, asegura el experto.“Sino que se necesita prevención técnica, resiliencia operativa, gobernanza de riesgos y preparación de toda la cadena logística”.
Las empresas del sector dependen de un entramado complejo de sistemas, gestión de rutas, etiquetado, trazabilidad, almacenes robotizados o APIs con comercios electrónicos, en los que cualquier fallo puede detener el engranaje completo.
Medidas técnicas y protección de sistemas
Para minimizar ese riesgo, el experto subraya la importancia de segmentar las redes y aislar los entornos críticos. De este modo, un incidente aparentemente menor, por ejemplo, un equipo administrativo, no podría escalar hasta inutilizar sistemas esenciales como los de clasificación, generación de etiquetas, flotas o hubs. Y, la logística “no puede permitirse estar días paralizada”, insiste en que resulta imprescindible disponer de copias de seguridad verificadas y offline. Además de backups robustos y probados con regularidad, capaces de restaurar los servicios esenciales sin ceder al chantaje de un rescate. Todo ello acompañado de sistemas actualizados, una gestión activa de vulnerabilidades, control estricto de accesos, inventarios tecnológicos al día y la eliminación de software obsoleto.
A este blindaje se suma la necesidad de autenticación multifactor en todos los accesos sensibles. “Especialmente para personal técnico, proveedores e integradores”. Y, una supervisión continua mediante SOCs, detección de anomalías y alertas sobre comportamientos inusuales en dispositivos de almacén y sistemas de gestión. Y es que, como recuerda Lambert, muchos de los incidentes recientes ni siquiera se originan en el transportista, sino en sus proveedores tecnológicos, lo que obliga a auditar su ciberseguridad. Además, obliga a establecer planes de contingencia compartidos y diversificar servicios críticos para no depender de un único eslabón.
Resiliencia operativa y protocolos de emergencia
La resiliencia operativa es, en este punto, esencial. “Hay que tener un plan B real”, señala el experto. Esto implica procedimientos manuales o semiautomáticos de emergencia, redundancia en centros logísticos, servidores y comunicaciones, y simulacros periódicos en temporada baja para garantizar que los protocolos funcionan cuando más se necesitan. Durante la campaña navideña, cuando la exposición al riesgo se dispara, Lambert recomienda también extremar las precauciones. “Modificar menos software y automatizaciones para evitar fallos que puedan parecer ataques, reforzar equipos de IT y seguridad con guardias 24/7 y activar protocolos de respuesta acelerada”. Asimismo, aconseja mecanismos para evitar la saturación mediante límites dinámicos de carga, rutas alternativas y escalados automáticos.
Pero incluso con todas estas medidas, el riesgo nunca desaparece del todo. Por eso, subraya Lambert, “el objetivo no es solo evitar el ataque, sino evitar que el país se paralice si ocurre”. Para ello, los operadores deben contar con equipos de respuesta entrenados, internos o externos, capaces de aislar y contener la amenaza y recuperar los servicios sin improvisación. También es crucial disponer de protocolos claros de comunicación con clientes, socios y autoridades. Tanto para reducir el impacto reputacional como para evitar el caos operativo. Y, en caso de un ataque grave, la colaboración inmediata con el CCN-CERT, INCIBE y las fuerzas de seguridad es esencial para acelerar la contención y mitigar una segunda oleada de fraude.