Cenas de Navidad: el peligro digital que nadie ve venir

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Lo que pasa en las cenas de Navidad… ahora se comparte en las RRSS y puede poner en riesgo tu privacidad y reputación online Las…

Panda SecurityDic 1, 20256 min. lectura

Lo que pasa en las cenas de Navidad… ahora se comparte en las RRSS y puede poner en riesgo tu privacidad y reputación online

Las cenas de empresa son uno de los momentos más animados y divertidos del año para los equipos de cualquier compañía. Mejoran las relaciones laborales y el engagement con la organización, pero también son un punto crítico para los riesgos en materia de ciberseguridad. Entre móviles encendidos, redes sociales hiperactivas y la IA capaz de generar deepfakes en segundos, cualquier imagen puede derivar en daños reputacionales, suplantaciones de identidad o incluso extorsiones. Saber protegerse es esencial para evitar una mala resaca digital.

El riesgo digital oculto en las cenas de empresa

La de veces que nos hemos levantado con dolor de cabeza y una sensación rara después de la cena de empresa. Y la de veces que hemos pensado aquello de ¡tierra, trágame! cuando nos ha sobrevenido alguna escena vergonzante que hemos protagonizado delante de los compañeros de trabajo (y del jefe). Los peligros de las cenas de Navidad ya no se limitan a los posibles ridículos y comportamientos fuera de tono animados por el exceso de juerga. Ahora, estos eventos se han convertido en un escenario más en el que se generan fotos, vídeos y audios que pueden comprometer la privacidad, la reputación y los datos personales. Especialmente en estos tiempos en los que la IA facilita usos indebidos.  

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) lleva años avisando específicamente sobre las fotos de las cenas de Navidad del trabajo. Y, ha tramitado reclamaciones por subir imágenes de compañeros sin su consentimiento, que pueden acarrear multas de hasta 6.000 euros. Y posibles despidos, como el de aquella trabajadora a la que echaron después de subir a Facebook vídeos de sus compañeras cayéndose y en situaciones humillantes durante la cena de empresa. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León declaró el despido procedente, precisamente porque la difusión de esas imágenes dañaba la dignidad de las trabajadoras y la imagen de la empresa. 

Imágenes y deepfakes: un riesgo real

Una imagen captada en la cena de Navidad es hoy mucho más que una foto, es un dato personal, un vector de riesgo y una posible herramienta de manipulación si cae en las manos equivocadas. Y no es una exageración. Basta con que alguien grabe un vídeo o haga una foto aparentemente inocente para que, a partir de ahí, se desencadene una serie de daños que pueden afectar tanto a la reputación online como en la empresa, y convertirse en material para generar deepfakes que suplanten la identidad o incluso sirvan para extorsionar a esa persona.

“La tecnología permite transformar una simple imagen en memes humillantes, montajes ofensivos o falsificaciones muy convincentes capaces de engañar a compañeros, familiares o clientes. Lo que antes era un recuerdo más de la cena, hoy puede llegar a ser un riesgo digital real si se difunde sin control”, advierte Hervé Lambert, Global Consumer Operation Manager de Panda Security

Audios, dispositivos y filtraciones involuntarias

Y la imagen no es el único problema. El audio también puede convertirse en un arma. “Con el audio grabado durante la cena, un atacante podría llamar a los familiares o a la empresa de la víctima haciéndose pasar por ella, solicitar transferencias a su entidad financiera, pedir claves de acceso o simular urgencias”, alerta Lambert.

A ello se suma el contexto relajado propio de estas celebraciones, donde es habitual que se tomen fotos o vídeos sin permiso o en situaciones comprometidas, que después se etiquetan y comparten en redes sociales. El resultado es una pérdida total de control sobre la imagen, con el riesgo de que ese contenido acabe utilizándose para fines maliciosos.

Riesgos corporativos y ataques dirigidos

Una sola foto de buena calidad puede bastar para falsificar perfiles, crear cuentas falsas que engañen a contactos, o alimentar campañas de acoso y difamación. Y en el ámbito profesional, la situación puede ser aún más delicada: “La exposición involuntaria de información corporativa puede derivar en fugas de datos, vulneración del deber de confidencialidad e incluso sanciones internas”, señala el experto. 

El peligro no termina ahí. Lo que se capta en una cena puede emplearse después para llevar a cabo ataques personalizados. “Ese contenido abre la puerta al phishing, al spear phishing y ataques dirigidos”, explica Lambert. Además, en reuniones grandes cualquiera puede coger un móvil prestado y ver más de lo debido. Se comparten fotos por AirDrop o Bluetooth sin control o se dejan dispositivos desbloqueados sobre la mesa. Todo ello facilitael robo de credenciales, el acceso a imágenes privadas o incluso el espionaje, advierte el directivo de Panda Security.

Y por si fuera poco, las fotos y vídeos que se comparten en tiempo real a través de redes sociales pueden exponer mucho más de lo que pensamos. “Revelan que estás fuera de casa y también informan de dónde vives, trabajas, por dónde te mueves o con quién te reúnes habitualmente”, concluye Lambert.

Gestionar el entorno digital

Las cenas de empresa son ya un ritual más de las Navidades. Pocas compañías renuncian a  organizar un encuentro entre empleados. Este sirve tanto para humanizar las relaciones laborales, como para mejorar la cultura corporativa y reforzar la identidad del equipo. Estos eventos se han convertido en un espacio estratégico para el networking interno y en España se consideran ya parte del tejido social. 

Precisamente por ese carácter festivo, imponer condiciones estrictas, prohibiciones o manuales rígidos de comportamiento rara vez funciona. La clave, según el experto de Panda Security, no está en limitar, sino en establecer unas normas básicas de convivencia digital. “Se trata de ser conscientes, de pedir permiso antes de hacer fotos o vídeos, de controlar lo que se comparte y de entender que una imagen puede ser usada de formas que hace solo unos pocos años parecían ciencia ficción”.

No se trata de vivir con miedo ni de prohibir los móviles en la mesa. Se trata de aplicar sentido común y adoptar pequeñas precauciones que eviten problemas serios sin arruinar la celebración. “Evitar grabaciones en momentos sensibles o con alcohol de por medio, desactivar el etiquetado automático o revisar quién puede ver las historias. Además se pueden usar aplicaciones de autenticación en lugar del reconocimiento facial o de voz como método único. Todas estas son algunas de las medidas que se pueden tomar”, señala el experto de Panda Security. Además recomienda mantener el móvil bloqueado cuando no se use y evitar audios largos, discursos o vídeos de primeros planos prolongados que puedan reutilizarse para generar deepfakes.

Prevención frente a suplantaciones 

Protegerse frente a las suplantaciones requiere también una labor de prevención. Lambert aconseja advertir a familiares, amigos y compañeros de trabajo para que desconfíen de solicitudes extrañas que parezcan llegar “de tu parte”. Además de verificar siempre por un segundo canal que son auténticas. Y si, pese a todas las precauciones, la imagen de alguien aparece distorsionada o falsificada en algún contenido viral, recomienda actuar con rapidez. “Pide la retirada inmediata, guarda pruebas, denuncia en la plataforma o ante la empresa si es corporativo. Y, en los casos graves, contacta con la AEPD o con las fuerzas de seguridad”.

Con unas medidas básicas y una buena dosis de responsabilidad digital, es posible disfrutar de las cenas de Navidad sin la sombra de que alguno de esos momentos divertidos pueda convertirse en un problema serio.