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Hay una ciudad en un lugar secreto de Nueva Jersey donde los servicios públicos siempre son un desastre. Caídas de electricidad, problemas con los sistemas de canalización del agua e incluso dificultades para acceder a Internet. Además, bancos, tiendas, hospitales, colegios y la red de transporte tampoco lo tienen fácil para realizar sus labores diarias porque su seguridad se ve vulnerada constantemente. Sin embargo, en esta ciudad ningún humano sufre las consecuencias. Nadie habita en ella: esta urbe mide solo 1.8 metros de ancho por 2.4 metros de largo.

CiberCity es una maqueta de ciudad creada por el Instituto Sans, una organización que agrupa a más de 165.000 profesionales de la seguridad informática. El objetivo, enseñar al Ejército de Estados Unidos cómo pueden hackear todos los rincones de una ciudad. Un campo de entrenamiento a escala 1:87 con el fin de que los militares estén listos para una guerra cibernética.

Ed Skoudis es el director y profesor de este singular proyecto para aprender las últimas técnicas de seguridad. “La seguridad de los ordenadores de los últimos diez años ha estado centrada en los ordenadores en sí mismos y en los datos que hay en ellos, o bien se ha centrado en el espionaje”. Ahora, los ataques son otros. “Pero la amenaza está cambiando. Es todavía eso, pero además, la gente ahora está atacando los ordenadores para causar daño físico en el mundo real”, defiende este experto en seguridad.

Si CiberCity existiera en la vida real, podría acoger a 15.000 personas. Y no les faltaría prácticamente nada: plantas del jardín, los toboganes en el parque, coches que circulan por la carretera, bar con wifi o una planta química han sido cuidadosamente recreados en esta urbe fantasma.

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Cinco cámaras vigilan CiberCity para que los estudiantes puedan ver en ‘streaming’ todo lo que sucede en tiempo real y puedan llevar a cabo sus ciberataques a distancia. Una forma de aprender cómo atacar una ciudad y cómo defenderla a base de hackear sus sistemas de seguridad.

En uno de los entrenamientos de la misión, estos expertos en seguridad disfrazados de ciberdelincuentes lograron causar un apagón total de la ciudad. Además, los trabajadores que podían arreglar el problema ni siquiera podían acceder a los ordenadores. Una urbe no puede vivir sin luz, así que el reto estaba en demostrar cómo se podía volver a activar el sistema.

En otro de los escenarios, se pedía a los estudiantes que encontraran la forma de activar simultáneamente todas las luces rojas de los semáforos de la ciudad para detener a los terroristas que trataran de huir. Descarrilar un tren que intenta escapar cargado de armas radiológicas, reprogramar un lanzador de misiles que intenta disparar misiles al hospital o estudiar cómo se puede manipular una planta de tratamientos de agua para que parezca sucia cuando en realidad continúa siendo agua potable son algunas de las graciosas actividades que estos aplicados alumnos tienen que aprender a realizar y resolver.

Según cuenta el director del proyecto, Ed Skoudis, el hecho de que la maqueta fuera tan real ayudaba a los militares a implicarse más en el proyecto que si las pruebas se realizan en escenarios virtuales. “Quieren ver las cosas físicas, quieren ver el campo de batalla y lo que está sucediendo en él”.

El 70% de los estadounidenses dice tener miedo a los ciberataques de otros países, así que seguro que se muestran a favor de que sus militares aprendan estas avanzadas técnicas de vulneración de sistemas para que sean capaces de defenderlos mejor. Y de paso, seguro que los estudiantes pasan un buen rato. ¿Quién no se divierte como un niño manipulando un Lego tan real?