tarjeta

Cualquier trabajador de tu empresa puede sufrir el robo de los datos de su tarjeta de crédito corporativa. Un ataque de ‘phishing’, por ejemplo, serviría para que los menos precavidos dieran el número de tarjeta, el PIN e incluso el código de seguridad que aparece en la parte trasera, sin rechistar. Cuando el robo se descubra, puede que sea demasiado tarde: aunque la empresa cancele rápidamente la tarjeta, el ladrón habrá gastado ya el suficiente dinero como para producir un serio inconveniente.

Además, este tipo de robos son más habituales de lo que parece. Solo en la primera mitad de 2016 se han dado más de un millón de casos de fraude financiero con el objetivo de robar los datos de tarjetas de crédito. El dato, sin duda, es preocupante, ya que casi duplica la cifra del mismo período en el año 2015.

Sin embargo, una tecnología podría servir para revolucionar el mundo de las tarjetas de crédito y, de paso, preservar la seguridad de los datos financieros y las cuentas corrientes corporativas. Se trata de Motion Code, un sistema desarrollado por la compañía francesa Oberthur y que, en realidad, tiene un objetivo sencillo: cambiar constantemente el código de seguridad de las tarjetas de crédito.

Si las que van hoy en nuestras carteras tienen, en su parte posterior, un recuadro blanco en el que aparecen tres dígitos impresos, Oberthur propone sustituirlo por una pantalla que cambiará la cifra que muestra cada hora. De hecho, a simple vista, la tarjeta es idéntica a las habituales. Sin embargo, esa diminuta pantalla posterior en la que cambiará la cifra de seguridad durante los 3 años siguientes a la activación de la tarjeta es la que servirá para asegurar nuestras cuentas.

Al fin y al cabo, una vez que cambie el contenido de la pantalla, los datos que el ciberatacante ha logrado robar no le servirán de nada. Y, lo que es más, no podrá llegar a robar ni un solo euro: para cuando el ataque de ‘phishing’ finalice y obtenga los datos, la cifra de seguridad ya habrá cambiado y será inútil por completo.

El único inconveniente es que estas tarjetas, de extenderse, serán más incómodas para sus usuarios. No en vano, los trabajadores de tu empresa no podrán aprenderse de memoria el código de seguridad de su tarjeta corporativa, sino que tendrán que comprobarlo una y otra vez cuando vayan a utilizarla. Porque la seguridad de las cuentas bancarias y nuestros datos corporativos, bien merece un pequeño esfuerzo.