chips¿Cómo evitar que un simple sabotaje en una fábrica termine en un desastre informático? A la hora de configurar la red de equipos de una empresa, todos los esfuerzos son pocos para garantizar la máxima seguridad corporativa. Contar con un sistema de protección adecuado e intentar que los empleados utilicen las contraseñas más robustas y que no cometan descuido alguno son algunos ejemplos. El objetivo es blindar en la medida de lo posible toda la información confidencial que podría ser objeto de un robo a manos de un ciberatacante con los conocimientos necesarios. No obstante, hay algo que depende exclusivamente de los fabricantes de los equipos comprados por la compañía en cuestión.

Los ordenadores de una empresa podrían venir manipulados de fábrica. Una red de ciberdelincuentes lo suficientemente sofisticada podría contar con miembros infiltrados en las factorías donde se producen sus componentes para manipular, por ejemplo, un chip. Así, al ser incorporado en la cadena de montaje, nadie sospecharía del sabotaje y, en realidad, se instalarían componentes defectuosos preparados para abrirle las puertas a los ciberatacantes en determinado momento para que puedan acceder a robar información corporativa.

Por suerte, los fabricantes tienen al alcance de sus nanos una solución con la que sería mucho más complicado que una red de ciberdelincuentes lograra sabotear alguno de los elementos clave de un ordenador. Se trata del sistema propuesto por el profesor de Ingeniería Informática de la Universidad de Nueva York, Siddhart Garg,  y que pasa por repartir de forma estratégica la fabricación de los chips entre distintas plantas.

Al contrario de lo que sucede cuando se fabrica en un único lugar, la dispersión propuesta por Garg haría que los ciberdelincuentes no supieran exactamente en qué lugar del mundo se crea la pieza que debe ser manipulada para llevar a cabo sus planes.

Con ayuda de las matemáticas

A priori, la propuesta de Garg no es nueva, y es que la idea de repartir la fabricación de un chip entre distintas factorías ya se estaba poniendo en práctica. No obstante, el profesor va un paso más allá y su método incluye el uso de matemáticas avanzadas. Así, en lugar de repartir la fabricación del chip prácticamente al azar, se realiza garantizando la mayor seguridad posible y, además, sin incrementar en exceso el coste de producción de los equipos.

Además, el sistema ideado por Garg no solo pretende evitar la manipulación de los chips para proteger la información confidencial de las empresas, sino que también serviría para acabar con las falsificaciones de componentes de las que son víctimas tanto fabricantes como compradores: si jamás se maneja un chip completo en una misma factoría, no hay diseño que robar y copiar.