neuroprotesis y ciberseguridad

La ciberseguridad ahora tiene nuevos retos. Cuando levantas un brazo o mueves una pierna para caminar parten de tu cerebro una serie de impulsos eléctricos que llevan la orden hasta las extremidades. Es algo que sabemos desde principios del siglo XX, cuando un neurólogo alemán descubrió las ondas cerebrales. Mucho ha avanzado la ciencia desde entonces.

En la actualidad, un dispositivo implantado en el cerebro o una simple diadema que cuesta mucho menos que un móvil de última generación es suficiente para registrar esas señales y poder interpretarlas. Las aplicaciones de la electroencefalografía (EEG) ya van desde manejar un videojuego con la mente o encender las luces de tu casa solo con pensarlo hasta controlar una prótesis biónica con las señales del cerebro.

Recientemente, un joven tetrapléjico de Estados Unidos ha recuperado la movilidad de una de sus manos gracias a esta prometedora técnica que avanza a pasos de gigante. Según los científicos, podría permitir en unos años que personas sin movilidad se vistan y alimenten sin ayuda.

En unos años, las personas con parálisis podrán vestirse y

alimentarse sin ayuda gracias a las neuroprótesis

Pero, como es habitual, con cada nueva tecnología se abre un escenario de ciberseguridad con oportunidades y retos. En un momento en que el sector sanitario está en el punto de mira de los cibercriminales por lo sensible de los datos que maneja, resulta especialmente importante asegurar la protección de una materia prima todavía más comprometida: la información que se almacena en tu cerebro.

Ciberseguridad en la ciencia

Objetivo: blindar tu mente

El experto en seguridad Alfonso Muñoz, promotor de Criptored, explicó en la última edición del congreso Rooted CON que las diademas EEG son vulnerables a los mismos ataques que tu smartphone o un ordenador, por lo que aún tienen mucho que mejorar en este aspecto. Cuando ya han traducido los impulsos eléctricos a información binaria, “puedes hacer todo tipo de ataques porque, realmente, ahí ya no estás copiando ondas, estás copiando bits”, ha asegurado.

Además, los nuevos riesgos asociados a la posibilidad de registrar las ondas cerebrales resultan especialmente alarmantes. Muñoz advierte sobre la futura ‘mental surveillance’ (vigilancia mental) y el ‘brain hacking’ (programas para espiar el cerebro), cuyas posibilidades ya se han demostrado en rigurosos estudios académicos.

“Te pueden sacar información del cerebro sin tú saberlo”, afirma Alfonso. “Por ejemplo, saber si conoces a ciertas personas, saber tu número de una tarjeta de crédito, etc. […] Tú no tienes que contestar, ya contesta tú cerebro sin tú darte cuenta”.

“Te pueden sacar información del cerebro sin tú saberlo”

Por eso resulta imprescindible que los expertos en seguridad se pongan manos a la obra para proteger unos dispositivos que, aunque todavía se encuentran en fases muy tempranas de su desarrollo, podrían ser el pan de cada día para mucha gente en unos pocos años. Afortunadamente, aclara Muñoz, todavía “no son ataques perfectos, tienen limitaciones”. Sin embargo, “solo la idea de que eso se pueda hacer de manera relativamente sencilla, la verdad es que asusta”.