La flota de ordenadores de tu empresa puede estar protegida, pero eso no quiere decir que toda la información corporativa esté a salvo. Más allá de las tabletas, los teléfonos móviles o incluso los relojes inteligentes que han entrado recientemente a formar parte de los dispositivos que cualquier corporación debe controlar y proteger para evitar correr riesgos, en cualquier oficina hay un buen número de dispositivos cuyas vulnerabilidades pueden entrañar peligro para los datos confidenciales.

Aunque no se les suela prestar la debida atención en lo que a seguridad se refiere, las webcams constituyen todo un peligro para la privacidad corporativa, hasta tal punto que el mismísimo fundador y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, compartió una foto en la red social en la que se puede ver cómo él también tapa la cámara de su ordenador portátil por motivos de seguridad.

Hace algo menos de dos años se descubrió que una página web de ‘streaming’ rusa emitía en directo la señal de más de 70.000 webcams privadas que habían sido objeto de un ciberataque. En definitiva, la seguridad de estos pequeños dispositivos útiles para estar en contacto con alguien esté donde esté es tan relevante como la del resto del equipamiento. Tapar las de nuestra empresa cuando no están siendo utilizadas puede servir para poner a salvo la información corporativa.

Impresoras, routers y USB

No obstante, con tapar la cámara de los ordenadores no está todo el trabajo hecho. Los routers son otros de esos dispositivos que están en cualquier empresa y a los que, generalmente, no se les presta la atención adecuada. Sin seguridad (algo que podría ser tan sencillo como cambiar la contraseña que viene por defecto), un router podría ser aprovechado por los ciberdelincuentes para utilizar su ancho de banda a la hora de construir una red de ‘bots’ maliciosos o, lo que es peor, vincularlo con un ataque DDoS a otra red.

Y aún hay más: las propias impresoras corporativas pueden ser una de las mayores grietas en la ciberseguridad de una empresa. No en vano, cada documento que se envía para imprimir viaja por una red que puede ser atacada y, lo que es más, se queda almacenado durante un tiempo en el propio disco duro de la impresora. Así, si bien no se suele vigilar la seguridad de estos dispositivos, son tan importantes como cualquier ordenador de la oficina.

Por si todo esto fuera poco, cualquier dispositivo de almacenamiento USB que entre en una oficina puede poner en riesgo la seguridad de toda la organización. Vulnerabilidades de los propios ‘pendrives’, ‘malware’ transmitido a través de ellos o el simple robo de datos son solo algunos de los riesgos a los que nos enfrentamos. Por eso, más allá de tapar las webcams o cambiar las claves de los routers, lo ideal es contar con la mejor protección anti-malware para todos los dispositivos y redes de tu compañía.