Metadatos: cuentas más cosas de lo que piensas.

Cada vez que haces una fotografía digital generas un montón de datos. Se trata de datos que ofrecen información de la imagen llamados metadatos, que pasan a formar parte de la propia foto y que se almacenan en un archivo llamado EXIF -Exchangeable Image FIle Format-. Este archivo almacena y estructura gran cantidad de información sobre la fotografía que acabas de tomar como por ejemplo, la fecha y hora en la que se hizo, el formato y el tamaño, y también datos sobre la cámara que has utilizado como la marca, el modelo, etc.

Encontrarás toda esta información que la cámara añade en cualquier formato, bien sea JPG, TIFF, RAW, etc… y cada modelo incluye sus propios datos. Con los vídeos ocurre lo mismo.

Además, con la revolución tecnológica de los smartphones y el uso generalizado de algunas redes sociales en las que la imagen es el lenguaje a utilizar, la fotografía digital ha dado un vuelco enorme. El caso es que si, como acabas de ver, una sola fotografía ofrece una gran cantidad de información, algunas nuevas funciones que incluyen los smartphones cuentan demasiadas cosas de tu vida privada y cotidiana.

Compartir tus fotos en Internet es como un libro abierto de información privada y personal

La función de geoposicionamiento que incluyen los actuales móviles y tablets (y algunas cámaras digitales de última hornada) ofrecen coordenadas donde fueron tomadas las fotos, es el también llamado “geotagging”. Y ya sabes lo que esto puede suponer: que cuando las compartes con tus contactos en las redes sociales tu privacidad está en riesgo.

Para evitar problemas, puedes poner tu mismo en marcha algunas sencillas acciones como por ejemplo personalizar la seguridad de tus fotos en las redes sociales. Así, cada usuario puede elegir el grado de privacidad según sus preferencias.

Existen otras formas sencillas de proteger tu privacidad sobre las fotos que compartes en Internet. Por un lado, puedes desactivar en tu móvil o tablet la opción de ubicación en la configuración de la cámara. Por otro lado, puedes borrar el archivo EXIF y elegir qué nivel de información ofreces y en qué fotos o vídeos concretos.

Sin embargo, un blogger, influencer o periodista verá muy útil para su trabajo que cualquier otro usuario pueda seguir sus pasos y ver dónde ha sido tomada una foto nada más pinchar en la imagen: identificar un restaurante, una tienda o una playa paradisíaca. Incluso tú mismo puedes estar interesado en que otros usuarios sitúen un lugar específico en un mapa.

Para bien o para mal las redes sociales son un escaparate, pero tú decides que muestras y en qué medida te expones tú mismo y a los tuyos.

El sentido común suele ser la mejor fórmula de proteger tu privacidad. Por eso, piensa bien qué fotos subes. Recuerda el peligro de compartir fotos en las que aparezcan menores o publicar tus vacaciones. Siempre puedes compartir tu viaje a la vuelta. No hace falta que pregones que estás lejos de tu domicilio, eso si, seguro que muchos ladrones te agradecerán informarles que no estás en casa.

Piensa bien lo que compartes en las redes sobre tu vida cotidiana porque las fotos no solo muestran lo que se ve, también lo que no se ve. Algunos software antivirus como Panda Gold Protection ofrecen un escudo frente a las amenazas de tu identidad y la de tu familia o al ciberacoso; y también ofrece asistencia frente a los riesgos que supone compartir tu vida digital.