Ya lleva un año con nosotros y aún son muchas las compañías que se están preguntando si es momento o no de actualizarse a Windows 10. La última versión del sistema operativo de Microsoft celebró su primer aniversario a comienzos de agosto, presentando para la ocasión su primera puesta a punto.
Ahora que el ‘software’ comienza a estar maduro, ¿ha llegado la hora de que las empresas inviertan tiempo (y dinero) en modernizarse? La opinión generalizada es que sí, o al menos la hora de planificar cómo se va a llevar a cabo la transición que pronto va a resultar inevitable.
Parece que falta mucho para enero de 2020, cuando el viejo y querido Windows 7 quedará descatalogado, pero lo cierto es que una empresa puede necesitar muchos meses (o incluso varios años) para completar el proceso. Y son pocas las que se decantaron por su aún joven sucesor, Windows 8, que ha pasado con más pena que gloria por el sector corporativo.
En cuanto a las ventajas de la décima edición, Microsoft ha tratado de arreglar todo lo que supuso un problema en la octava, y además ha introducido elementos que van encaminados, precisamente, a atraer a las empresas, un mercado enorme que el gigante no se puede permitir perder frente a los Mac de Apple o los Chromebook de Google.
La seguridad es el aspecto que más se ha reforzado en Windows 10. Soporte para identificación mediante biometría (Hello), mejoras en la gestión de parques móviles (MDM, del inglés ‘Mobile Device Management’) y un sistema de autenticación centralizado a través de Azure Active Directory (que evita la multiplicación innecesaria de contraseñas) son algunas de las mejoras que incluye.
Los antivirus de Panda funcionan a la perfección con Windows 10
Pero quizá lo más comentado y relevante para las empresas sea el nuevo ciclo de actualizaciones. Con la décima versión de su sistema operativo, Microsoft se pasa a un modelo que ya es habitual en otras compañías: la actualización casi constante. Hasta ahora los parches de seguridad se publicaban una vez al mes (el famoso ‘Patch Tuesday’) y la mayoría de las mejoras se acumulaban en grandes bloques llamados ‘Service Packs’.
Una espera tan larga no casa con los actuales ritmos de la economía digital, así que Windows 10 tendrá actualizaciones mucho más recientes que, si así lo deciden los responsables de la empresa, podrán instalarse de inmediato.