Publicado por Ana Etxebarria, 5 de Mayo, 2010

Por mi trabajo me veo obligada a llevar mi BlackBerry conmigo todos los días del año, digamos que está encendida en modo 24*7*365. Pero, ¿en qué momento mi BB y yo pasamos a ser una única entidad?…

Recientemente, mientras pasaba unos días fuera de casa con mi familia, la BB pasó, sin avisar, a mejor vida. ¡Qué momento más trágico! No os imagináis la taquicardia y sudores fríos que me entraron ;-P.  Puse a todos mis amigos a intentar resucitarla, y mientras unos decían que lo mejor era resetearla, otros preferían que la tirara por el váter, otros que sacara la batería, pero todos ellos coincidían en que por un par de días sin BlackBerry no me iba a pasar nada. Incluso se atrevieron a decir algo tan ¡descabellado! como que intentara disfrutar de ese momento de paz. Pero, ¿qué paz? Si no podía hacer nada con ella… Ni leer el correo, ni recibir llamadas,  ni hacerlas, ni enviar sms, ni Twittear, ni cotillear en el FaceBook  ¿Paz?… Pero si solo me faltó hacerle el boca a boca…

Finalmente, no tuve más remedio que resignarme a mi nueva situación 1.0 y reconozco que, una vez pasado el síncope inicial, la experiencia no fue tan mala. Pero, la anécdota me llevó a pensar que era muy probable que me hubiera convertido en una CrackBerry, que eso que tantas veces hemos oído por la tele podía ser cierto, y que si contara las veces que a lo largo del día, miro a ver si tiene la lucecita roja encendida, superaría todos los límites recomendados por Sanidad.

No voy a dejar de vivir con ella, no puedo y no quiero, pero creo que ambas tenemos que llegar a un pacto mutuo, en el que cada una de nosotras tenga su espacio propio y un poquito de intimidad.

Si alguno de vosotros se ve reflejado, me encantaría recibir vuestros comentarios. También admito críticas, siempre y cuando sean constructivas.