La monitorización de los empleados en su puesto de trabajo ha ido evolucionando y está cada vez más presente en numerosas compañías. Sin ir más lejos, el 15% de las presentes en la prestigiosa lista Fortune 500 ha equipado sus oficinas con diminutos sensores creados por la compañía Enlighted, con los que poder averiguar cuánto tiempo pasa un trabajador en su escritorio o a partir de qué hora tienen actividad sus equipos.

Sin embargo, no son las únicas empresas que cuentan ya con este tipo de tecnología. Otras cuentan con los sensores biométricos fabricados por Humanyze para saber exactamente qué hacen sus empleados en el horario de trabajo. El objetivo no es otro que tratar de incrementar la productividad y, a la par, lograr un uso más eficiente de los recursos. Ocultos en las luces, en las paredes, en los escritorios o incluso en los lectores de tarjetas que hacen las veces de cerraduras en gran parte de las oficinas del mundo, estos sensores se instalan con la intención de saber todo lo posible sobre los procesos que tienen lugar en la empresa.

Así, es posible saber si la mayoría de las veces la ocupación de la oficina es inferior a su capacidad (y, por lo tanto, sería posible alquilar una más pequeña), conocer a qué horas son más productivos los trabajadores para reajustar sus horarios, a qué hora comienza a llenarse la oficina (y hacer que la luz se encienda en ese momento, algo con lo que algunas empresas ya han logrado ahorrar el 25% de su coste energético) o incluso estar al tanto de las aplicaciones que utilizan en sus equipos: de esta forma, se podría saber si tienen acceso a datos confidenciales y si, por lo tanto, hay un riesgo potencial en la seguridad de la compañía.

Algunas empresas ya han logrado ahorrar un 25% en su coste energético gracias a estos sensores

Seguridad y privacidad

A la hora de instalar uno de estos sistemas de monitorización se hace imprescindible contar con la mejor protección posible. No en vano, cualquier vulnerabilidad en él podría servir para que los ciberdelincuentes tengan acceso a una gran cantidad de información sobre el funcionamiento de nuestra empresa y, además, la posibilidad de manipular todos esos datos que la compañía puede utilizar para hacer más eficientes sus procesos.

Además, otro gran reto a la hora de contar con sensores en cualquier rincón de la oficina es la propia privacidad de los empleados. Si bien en algunos países es posible instalar cualquier tipo de sensor sin que se entienda por ello que se está violando la intimidad de los trabajadores, lo ideal es contar con su consentimiento. De hecho, es lo que hacen ya en algunas compañías o instituciones como el Servicio Nacional de Salud británico: sus empleados son monitorizados voluntariamente para medir, entre otras cosas, su movimiento o su ubicación.