La tragedia que tuvo lugar recientemente en Londres no solo ha dejado un halo de miedo entre la población británica, sino que también ha puesto sobre la mesa un debate de carácter tecnológico. Se cree que Khalid Masood, el terrorista que asesinó a cuatro personas en la capital británica, se había conectado a WhatsApp solo dos minutos antes de perpetrar la masacre.

Desde mediados del año pasado, la aplicación emplea cifrado de extremo a extremo para proteger las comunicaciones, lo que impide que ciberdelincuentes o agencias de espionaje accedan a los mensajes enviados y recibidos. Ni siquiera la policía puede conocer su contenido.

Pero después de lo ocurrido, el Gobierno británico ha mostrado su desacuerdo con la situación: quiere poder leer todo lo que se manda a través de la ‘app’. Así lo ha señalado la ministra de Interior, Amber Rudd, en una entrevista durante la que advirtió que “WhatsApp no puede ser un espacio donde los terroristas puedan esconderse”. La política considera “completamente inaceptable” que el Ejecutivo no pudiera acceder a los mensajes de Masood.

Rudd quiere cambiar las cosas y permitir a los servicios de inteligencia de Reino Unido leer las conversaciones con el objetivo de frenar futuros atentados terroristas. Su plan es reunirse con los gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Twitter para discutir sobre este tema, aunque es poco probable que estas empresas cedan a presiones gubernamentales en detrimento de la privacidad de sus usuarios.

Apple no cede a las presiones

Por otro lado, la ministra también ha mandado un mensaje al presidente ejecutivo de la empresa de la manzana mordida, Tim Cook, instándole a “pensar en otras formas de entrar en WhatsApp en los teléfonos de Apple”. En otras palabras, Rudd quiere que haya una puerta trasera en el ‘software’ que esté siempre abierta para los servicios de inteligencia, una opción a la que Cook se ha mostrado siempre contrario.

Así, los comentarios de la ministra reavivan el debate sobre la privacidad de los ciudadanos frente a la seguridad de los países. “Aunque pensamos que las intenciones del FBI son buenas, estaría mal por parte del Gobierno forzarnos a construir una puerta trasera en nuestros productos”, escribió Cook cuando un juez ordenó a Apple ayudar al Gobierno estadounidense a desbloquear y descifrar la información contenida en el iPhone del responsable del tiroteo en San Bernardino en 2015.

Y no solo las tecnológicas desaprueban la medida propuesta por la ministra. También, en una entrevista, el anterior jefe de ciberseguridad del Ministerio de Defensa británico, Jonathan Shaw, ha acusado al Ejecutivo de usar el ataque terrorista como excusa para aumentar unos poderes de vigilancia “innecesarios e intrusivos”. Shaw advirtió que acceder a los mensajes no garantiza la prevención de futuros ataques y ha vinculado la posición de Rudd con intereses políticos.

Por su parte, Brian Paddick, portavoz del partido Liberal Demócrata, sostiene que darles a los servicios de inteligencia libre acceso a los mensajes cifrados no sería “una respuesta proporcionada ni efectiva” al atentado de Londres. “Implementado leyes draconianas que limitan nuestras libertades civiles, estaríamos poniéndoselo [a los terroristas] en bandeja”, ha asegurado Paddick a los medios británicos. Ante la oposición política y la previsible negativa de las tecnológicas, de momento parece difícil que Rudd vaya a salirse con la suya.