A medida que más y más elementos de nuestro entorno van conectándose a internet, las potenciales dianas de un ciberataque se multiplican y las posibles consecuencias de una intrusión se vuelven cada vez más preocupantes.

Buena muestra de ello es lo que sucedió recientemente en Dallas (Texas, Estados Unidos), cuando las sirenas de emergencia de la ciudad quitaron el sueño a buena parte de la población por culpa de un ataque informático.

Alrededor de la medianoche del viernes 7 de abril, numerosos ciudadanos comenzaron a llamar al teléfono de emergencias estadounidense (911) preocupados por la activación de las 156 sirenas de emergencia de la localidad, diseñadas para alertar a la población ante tormentas peligrosas, tornados y otros potenciales desastres naturales.

Sin embargo, la ciudad estaba en calma. Aunque en un primer momento se barajó que las alarmas se hubieran puesto en marcha por algún fallo en el sistema, las autoridades de la ciudad informaron posteriormente de que se debió a un ataque informático cuyos detalles no se han revelado por seguridad.

Pese a que se cree que los ataques fueron perpetrados desde la propia Dallas, lo cierto es que resultará difícil identificar a los autores. “Como encontrar una aguja en un pajar”, ha reconocido el director de la Oficina de Gestión de Emergencias de Dallas, Rocky Vaz, sobre la probabilidad de localizar a los responsables del ciberataque, a pesar de que han solicitado ayuda a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés).

La seguridad de la ‘smart city’

Las consecuencias de una intrusión de este tipo podrían ser enormes. Si bien las autoridades de esta ciudad texana afirman que los atacantes no hubieran podido desconectar el sistema de alerta por completo, y ya se han tomado medidas para minimizar el riesgo de que se repitan estos hechos, lo cierto es que la mera posibilidad de que una infraestructura crítica sea vulnerada supone una amenaza enorme para las ciudades, cada vez más conectadas a la Red en tiempos de las ‘smart cities’.

La internet de las cosas está sumando a diario nuevos elementos de las urbes, que en consecuencia se vuelven potenciales blancos de un ciberataque, y eso incluye semáforos, transportes públicos y, como en el caso de Dallas, sistemas de emergencia.

De hecho, no es la primera vez que una ciudad estadounidense se enfrenta a una amenaza de este tipo. En 2016, un ‘ransomware’ causó estragos en los tranvías de San Francisco y los paneles electrónicos de tráfico de la propia Dallas fueron atacados. Buena muestra de la importancia de invertir en la ciberseguridad de las ciudades y de reforzar sus defensas al tiempo que su tecnología, inevitablemente, se convierte en diana para el cibercrimen.